Cuando tu pelo era un ir y venir; era tu silueta que se perdía escaleras abajo, en el subte, lleno de gente que piensa en la sopa caliente de la noche o en un abominable programa de televisión.
Rubia, arrollabas todo: la casilla de cambio, molinetes y algún ciego que lloraba "ballenas, ballenitas".
Entonces te amó, comprendelo, te amó con un gusto raro que le traía la tarde de invierno. Frente a la London recapacitó; pero es muy tarde cuando se quiere tan de golpe.
Rubia, tapado rojo, pelo en un ir y venir, figura donde describir belleza, es tonto, pueril casi imposible.
Comprendelo, te quiso, tres inviernos atrás; pero los calendarios son muy torpes para apresar el tiempo.
J. C. Conde Sauné
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