martes, 10 de julio de 2012

Comento, como prometiera, la película de Roman Polanski que me recomendara Carnevale, cuando hablé con él. Se trata de "El escritor oculto" ("The ghost writer", su título original) del año 2010. Lo que me sorprendió, después de verla, es el comienzo y el final; una muestra decantada en el arte de filmar. Empieza el filme con un coche abandonado en la rampa de un ferry y luego la policía, en un plano distante, tomando cartas en el asunto. Le sigue una secuencia, con un cadáver en la playa que trae una marea. Uno intuye, ya de entrada, que algo malo se avecina. En el final, también, después de cruzar una calle el personaje, unos manuscritos que llevaba vuelan por el aire. En ese ínterin, se había visto pasar a un auto a gran velocidad. Sólo eso se ve, pero uno ya sabe como terminó la cosa. Al ver estas escenas, pensaba de la manera truculenta que algún director de la nueva camada hubiera hecho estas tomas.
El argumento de este "thriller", basado en una novela de Robert Harris, que colaboró en el guión con Polanski, es sencillo pero de una gran intensidad. Un escritor es contratado para escribir, por él, las memorias de un primer ministro, que otro dejó incompleta por su muerte bastante sospechosa. Ese escritor, además de hacer su cometido, se pone a investigar la causa de la muerte de su antecesor y ahí está el eje de la trama. Ewan McGregor, interpreta al escritor oculto en magnífica actuación.  Pierre Brosnan, también impecable, a Adam Lang el primer ministro. Olivia Williams a Ruth Lang, su esposa y Kim Catrall a Amelia Bly, secretaria de Lang;  las dos ajustándose muy bien a sus personajes. 
En una entrevista, adicional al DVD de la película, Polanski dice que no sabría como definir los distintos géneros de las películas que hace. Piensa que hace películas para adultos y que no sólo entretengan. Además, hay originalidad en sus filmes. Entre las que vi de él recuerdo, por ejemplo: "El bebé de Rosemary" (como crea el terror sólo sugiriéndolo); "El cuchillo bajo el agua", realizada en Polonia en 1962 (nada más que con tres personajes, mantiene la tensión del relato) y "La muerte y la doncella" de 1994, con argumento de Ariel Dorfman y reminiscencias de los años de dictadura en Chile. Esta que comenté ahora, la voy a recordar, también como una gran película.
J. C. Conde Sauné  

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